Mas que nunca, El Baratillo.


Cuando los sentimientos se ven condicionados por la moda, se corre el peligro de perder la razón. A estas horas, sin duda serán muchos los que hablen del triunfo de Jose María Manzanares en Sevilla. Pero a mi juicio, lo justo hoy, hubiera sido escribir sobre como la tarde del 20 de Abril del 2012, La Plaza de Toros de Sevilla, otrora Real y Maestrante, perdió la poca cordura que le quedaba.

Víctima de esa moda por encumbrar, a cualquier precio, al Torero que se ha venido a ver, el coso del Baratillo se ha visto prostituido hoy. Esa afición nueva, que paga para obtener el placer de ver a sus chicos triunfar por encima de toda norma. Esa misma “afición” que hoy ha cubierto el ladrillo trianero.

Bochornoso, de nombre, el primero de la tarde se convirtió en el calificativo ideal para lo que sucedería mas tarde. Manzanares fue sacado a hombros tras dos faenas llena de carencias. Carencias como la del trapío de un toro bravo.  Carente de ajuste y colocación alguna. Aseado el alicantino en todo momento sin estructurar una faena solida. Cuesta creer que se hayan cortado cuatro orejas sin haber realizado ni un solo quite en toda la tarde. Perfilero y sin cargar la suerte, así pasó por el albero Hispalense. Solo dos ejecuciones de la suerte suprema y alguna verónica, fueron dignas de esta histórica tarde que muchos pregonan. Lo cierto es que no hubo toros para ejecutar faenas. No hubo protagonista de la fiesta. No hubo emoción. Solo la locura orgásmica, desatada por el pago del placer, explica la tan devaluada Puerta del Príncipe hoy abierta. Forzada a abrirse ¿Mejor?....

La cruz de guía del coso del Baratillo, ya está en la calle. Recemos y tengamos Fe, para que las inclemencias de los tiempos que corren, den una tregua y vuelva a Resucitar, Real y Maestrante, aquella Catedral del Toreo de primera categoría. Mientras tanto, la estación de penitencia ya está en las calles de los aficionados cuerdos. Aquellos que, como costaleros, soportan el peso de tauromaquias antiguas cargadas de respeto y sensatez.