No Sin Morante

Escribo estas lineas a raíz de los rumores que circulan sobre la próxima feria de Abril.

A las recientes noticias sobre la NO difusión televisiva de la feria de Abril se suman hoy rumores sobre la posible ausencia de Morante de la Puebla en el programa. Desgraciadamente no es ni la primera, ni posiblemente sea la última vez que se falte al respeto a esta persona que ha dado su vida por esa tierra de la que se siente torero. Pero no hay que olvidarnos de lo que es una realidad. Lo cierto es que esta posible decisión de la empresa Pagés y la relación de mucho odio y poco amor, es fruto del maltrato de una gran parte de la afición sevillana. Una afición y una plaza que le obligo a vivir una auténtica estación de penitencia en Madrid un Domingo de Resurrección. La misma que le pidió la vida llendose a chiqueros o la misma que desea ver como sacrifica sus principios y verdad en pro de su satisfacción.

Hace un año que escribí sobre "La otrora real y Maestrante" Sevilla, hace un año que llegué a la conclusión de que el albero maestrante había visto prostituido su místico silencio. Hoy estos acontecimientos, esta duda sobre la presencia de quien ha llorado y ha dado todo por su plaza, no hacen mas que darme la razón. Sevilla y su gente ha tenido la oportunidad de cerrar filas en torno a su torero, pero tristemente ha optado por la facilidad de pseudo-sentimientos en ausencia del toreo que brota de la pureza y del alma. Y es esa la razón que escuda a la empresa a tal disparate. De nada sirve arrepentirse ahora, pues el daño ya esta hecho. Fanatismos han desplazado a aquello que brota del corazón a un lugar bastante lejano del que le corresponde.

Muchos son los que no entienden Sevilla sin Morante. Pero muchos, muchos mas, los que han trabajado para entenderlo así. Quizá ha llegado el momento de preguntarse si realmente una feria sin Morante sea lo que se merecen. Tal vez así y llegada la hora, comprendan que en verdad era él, Morante, el único que no se sometía a las actuales reglas del toreo, sino que buscaba someterse a aquellos clásicos principios de la tauromaquia. Aquellos principios en los que sacrificio, pureza, silencio y sentimiento eran el mayor respeto que un torero podía brindarle a su afición. Reflexionemos pues el camino que se ha seguido, tal vez así entendamos que la culpa es compartida.